ENTRE LA UTOPÍA Y EL FRACASO. Pequeña historia del atrevernos en común…
Digamos que la Renovación Pedagógica ha ocupado numerosas páginas de la historia de la Pedagogía; algunas muy memorables y dignas de ser recordadas y estudiadas en las Facultades de Educación o en conferencias y charlas en los CEPs. Otras páginas, sin embargo, las componen historias más pequeñas y personales que también pudieran ser ¿por qué no? dignas de ser contadas. Esta pudiera ser una de ellas. Al fin y al cabo todos los que nos dedicamos a esto de educar somos portadores de una épica que nos reclama: la de enfrentarnos a una tarea hermosa y compleja a la vez, que se refleja en numerosos interrogantes, como cuándo un maestro o maestra simplemente pregunta al compañero en la hora del recreo: Oye, ¿y tú cómo enseñas a tus alumnos a restar llevándose?
De este tipo de historias pequeñas y cercanas va tambíen esta historia personal. Una historia personal desde la consideración de que a veces lo más personal es también lo que más se parece a lo universal. Y que pudiera comenzar así:
Imaginemos como si estuviéramos mirando por la ventana del aula o como si una cámara hubiera grabado lo que ocurre en ella, que el maestro o maestra de tercero B ha dicho a sus alumnos que recojan todo de encima de la mesa porque para esta clase no van a necesitar ni libro, lápiz o cuaderno, nada… porque lo único que van a hacer es mirar y pensar; también levantar la mano para preguntar u opinar, etc.
Después coge una cuerda y con los dedos dibuja la figura de un rectángulo, y después otro y otro más, éste casi sin altura. Para desde ahí ir extendiendo los dedos y lentamente ir “dibujando” muchos rectángulos hasta llegar a la figura del cuadrado y ahí se detiene… Pero es sólo un momento, porque sigue extendiendo los dedos para “dibujar” más rectángulos ahora en vertical. Entonces suelta la cuerda y le pide a los alumnos que le cuenten lo que han visto; y los alumnos dirán que han visto eso: muchos rectángulos y un solo cuadrado. Y el maestro comentará con ellos que hay matemáticos que opinan que el cuadrado, como ellos acaban de ver, es sólo un caso especial dentro del conjunto de los rectángulos, cuando los lados desiguales dos a dos se van igualando poco a poco hasta igualarse del todo…
Imagen de elaboración propia. Cuadrado y rectángulos.
A continuación, el maestro vuelve a coger la cuerda, “dibuja” otra vez un rectángulo, pero ahora no extiende sus dedos sino que simplemente gira las muñecas y lo convierte en un romboide, y otro más, y muchos otros hasta volver al rectángulo y continuar “dibujando” romboides hacia el otro lado. Después vuelve a soltar la cuerda y ya sabemos que pedirá a los alumnos que le cuenten lo que han visto y ellos dirán que muchos romboides y un solo rectángulo; para que el maestro, ya lo sabemos también, comente que hay matemáticos que piensan que el rectángulo es sólo un caso especial de los romboides…
Dejemos aquí esta primera parte de la historia imaginando que el maestro seguirá haciendo lo mismo buscando la relación del cuadrado como caso especial de los rombos; y del rombo como caso especial de los romboides, para completar así el conjunto de relaciones entre todos los paralelogramos. Y que después continuará con otras actividades que ha preparado en relación con la pregunta de qué ocurre en lados, ángulos, perímetro y área cuando, por ejemplo, convertimos un cuadrado en un rectángulo usando la cuerda…
Emma Castelnuovo
Profesora y matemática italiana, destacada por su trabajo innovador en el enfoque didáctico de la geometría.
Digamos que esta sería la primera parte de una historia que podría continuar diciendo que esta clase no me la he inventado yo; mi capacidad creativa para este tipo de cosas es, digámoslo así, normalita, “regularcilla”. Lo que quiero decir es que esta clase se la vi hacer a Emma Castelnuovo, la insigne pedagoga italiana, cuando estuvo en Sevilla en unas Jornadas Matemáticas organizadas por la SAEM THALES a comienzos de los años ochenta. Ocurre que antes de ella, otros compañeros habían presentado sus ponencias, algunas de las cuales planteaban la introducción del ordenador en el aula; por entonces una extraordinaria novedad; e inimaginable, y como un sueño, pensar que esas cosas podrían llegar a ocurrir algún día en nuestras aulas. Sin embargo, nada de todo aquello nos impactó tanto como esto que vimos hacer a Enma Castelnuovo usando una simple cuerda. Siempre recuerdo aquello con la sensación de que todos éramos conscientes de haber asistido a algo extraordinario: ¡Es magnífico lo que ha hecho esta tía! ¡Qué interesante!… ¡Y qué facilito!… ¡Sólo se necesita una simple cuerda!… Y todos casi a coro acordamos: ¡Mañana mismo hago yo esto con mis alumnos!. Una frase entusiasta en la que todos parecíamos conjurarnos, mientras pensábamos también en explicarlo a los compañeros más cercanos animándoles a que lo hicieran; y que ellos mismos se lo contarían también a otros. Buscando así la complicidad de nuestra imaginación para multiplicar el entusiasmo, pensando que así de boca en boca esta clase de los paralelogramos isoperimétricos con una simple cuerda, se extendería por todos los Centros…
Como decía, las historias pequeñas y personales contienen también lo más universal. De manera que ese conjuro de unos pocos maestros alli en aquellos días, parece componer y representar en sí misma la metáfora de lo que podríamos llamar la utopía y a la vez el fracaso de la Renovación Pedagógica. Porque ya sabemos que la utopía llena nuestra cabeza de pajaritos y siempre nos empuja a volar, a querer llegar lejos. Pero “del dicho al hecho” había un trecho no previsto inicialmente. Un trecho que podríamos llamarlo simplemente: el atreverse a… Para constituirse en algo así como lo que “no pudo ser, pudiendo haber sido”, ese sueño frustrado al que no llegamos y que por eso suele doler tanto cuando pensamos lo cerca que estuvimos, llenando todo de melancolía…
Porque no era tan fácil a pesar del “tutorial” que conservábamos en la memoria a través de lo vivido con Enma Castelnuovo. Así que recuerdo que la primera vez me costó decidirme a hacerlo -Tío, venga ¿cómo no te vas a atrever? si sólo necesitas una simple cuerda-. Así que me atreví, lo hice y salió regular. -¡No pasa nada, seguro que la próxima vez saldrá mejor!-. Así que se lo dije al compañero del curso paralelo, lo hice con sus alumnos y es verdad, salió mejor; y lo mejoré haciéndolo en otros cursos, de manera que poco a poco esa clase que yo había visto hacer a Emma Castellnuovo se incorporó a mi propio aprendizaje del oficio. Lo hice muchas veces y digamos que siempre me encantó hacerla. Y me encantó también incorporarla a mi libro Con trozos de tiza. Apuntes y relatos para una pedagogía ingenua, en un capítulo que se titula precisamente así: Geometría intuitiva. A la manera de Emma Castellnuovo.
Libro Con trozos de tiza
Geometría intuitiva, me repito pensando que no es lo mismo aprender los paralelogramos en las figuras fijas y aisladas dibujadas en el libro o la pizarra, que ver que las figuras se mueven y que ese movimiento marca lo intuitivo del aprendizaje.
Como dice mi admirado Manuel Rivas: “Toda conmoción es regreso”; de modo que en el recuerdo vivido queda que aquel éxito de satisfacción personal y profesional, no vino acompañado del éxito esperado en la repercusión en las aulas de aquella actividad. De modo que más de cuarenta años después de habernos conjurado en torno a aquel: “Mañana mismo hago yo esto con mis alumnos” no sé si queda algo de aquello, o si todo se ha olvidado como si nunca hubiera existido. Ya sabemos que cuando la tan anhelada utopía no llega, ni se produce, deja siempre un poso de melancolía y de fracaso.
Repito; en nuestra mirada sobre la Renovación Pedagógica convergen tanto la utopía como el fracaso. Y esto que comentamos pudiera servir como ejemplo. Porque ocurre que en este nuestro trabajo digamos que todo es aprender, también y sobre todo aprender de los errores; y que desde el fracaso también se construye la reflexión y la mejora. ¿Y qué podemos aprender de esta historia que lo es de eso, de reflexión y de fracaso; y que puede servirnos para mejorar y construir? Permitidme tomarla como ejemplo y destacar eso de que comience imaginándonos una clase donde se lleva a cabo una actividad interesante e innovadora, que nos incita a hacerla con nuestros alumnos y que contiene una apuesta: el atrevernos a… Una apuesta personal e ineludible que digamos está en la base y sostiene la propia Renovación Pedagógica. Porque ocurre que si el maestro no se atreve a llevar estas cosas a la realidad de su aula y a ponerlas en práctica con sus alumnos, no hay Renovación Pedagógica posible. Por ahí debemos empezar:
La Renovación Pedagógica debe estar íntimamente ligada a la práctica, a las buenas prácticas. Y cualquier actividad de Renovación Pedagógica lo es sólo si cambia la realidad del aula, la práctica y las maneras de hacer en ellas. Y en eso, el papel del docente es esencial.
Pero hay una cuestión más que por imprescindible me gustaría destacar.. Ese atreverse a… no puede ser sólo una cuestión individual, de cada uno de nosotros, sino un atrevernos a… en plural que construya una manera de hacer en común, una cultura de trabajo de todos y en la que todos participemos, de manera que nos sintamos vinculados y comprometidos.
En el ejemplo, del que hablamos sería, que esa actividad tan interesante e innovadora, el maestro o maestra lo cuente a los compañeros de esa manera que empieza así: imaginando que estamos mirando por el ventanal de la clase o como si una cámara lo hubiera grabado; o lo hace en su clase e invita a los compañeros para que la vean: o lo hace en la propia clase del compañero para que él también se anime a hacerlo. Y así la experiencia llegue a todos. Después el seguimiento y la puesta en común correspondientes irán perfilando la propuesta hasta que esté consolidada en nuestras maneras de hacer, en nuestro (de todos) equipaje profesional y pasen así a formar parte del Proyecto Curricular del Centro como una cultura de trabajo común y compartida. De manera que cuando llega un compañero o compañera nuevo/a al colegio, podamos decirle: Mira, aquí los paralelogramos los introducimos así, con una cuerda…. Así y sólo así, con pasos como éstos, pequeñitos pero sólidos y construidos en común podemos hablar de Renovación Pedagógica.
Y para terminar, decir que todo esto de lo que hablamos es lo que subyace en la apuesta por la Renovación Pedagógica en la que venimos trabajando desde hace algunos años en el CEIP Manuel Castro Orellana de Villanueva del Ariscal. Una experiencia que empezó desde la utopía de llamar “Jornadas Pedagógicas de Villanueva del Ariscal” a unas simples charlas trimestrales, para llegar desde la reflexión sobre la práctica y corrigiendo errores, a ir construyendo poco a poco lo que titulamos: “La construcción del Proyecto Lector y Proyecto matemático de Centro, desde la experiencia de aula”. Digamos que en esas estamos: construyendo nuestra propia idea de Renovación Pedagógica, que como sabemos no sólo ha de referirse a las grandes páginas de la Pedagogía, esas de la Facultad o los CEPS, sino a las pequeñas historias que construimos los maestros en el día a día y en las que somos y nos sentimos protagonistas.
*NOTA DEL AUTOR. “La luz despierta” fue durante varios años una de las secciones fijas de la desaparecida revista REDESDICE que publicaba la ASOCIACIÓN REDES DE EDUCACION. Su título está sacado de unos versos del poeta Aitor Francos que dicen: “y sin embargo ¿quién mantendrá la luz despierta?” Una pregunta que pareciera dirigirse al corazón mismo del concepto ilustrado de educación y sus valores como portadores de luz frente al mundo de las sombras. Y una pregunta quizás hoy más necesaria que nunca, pues vivimos como sabemos tiempos extraños, confusos y complejos. Digamos que durante los años que duró la revista, su periodicidad mensual me obligaba a estar alerta sobre el mundo educativo desde esa perspectiva que era a la vez un ejercicio de la mirada sobre el mundo de la educación desde la Pedagogía y la Literatura. Una mirada que quiere seguir invitando a los lectores fundamentalmente a profundizar sobre eso que el docente observa que está ocurriendo ahí delante de sus ojos e interpelándole, de manera que le obliga a convertir esa mirada en un acto de análisis fino de la realidad; un acto sin trampas, o lo que es lo mismo, un acto de verdad.
Enhorabuena Manuel por hablar de la renovación pedagógica desde la realidad de las aulas y las historias, mínimas o máximas, que en ellas se producen.