Kid de supervivencia

La comisaria europea de Gestión de Crisis, Hadja Lahbib recomienda un “kit de supervivencia”. Fuente: eldiario.es

Ando muy preocupado estos días —y me consta que otros muchos palikaris también— revisando botiquines, alacenas y pertrechos olvidados para comprobar si tenemos todo lo necesario en nuestro kit de emergencia para conflictos bélicos y otros desastres no naturales. Aprovecho la ocasión para saludar a mis autoridades europeas que me estarán escuchando y agradecerles que nos construyan la casa europea por los tejados nacionales poniéndonos cuerpo de guerra. Así que procedamos a revisar.

BOTIQUÍN: Hay gasas, agua oxigenada (H2O2), tiritas, pomada hidratante que proteja y regenere la piel en caso de quemaduras, antipiréticos y alcohol de 96º. Habría que reflexionar sobre los métodos de la guerra contemporánea (las imágenes de Gaza y también las de Ucrania pueden servir de triste utilidad); colegimos que este kit sanitario resultará bastante incompetente, por lo que sería mejor cambiar el alcohol de 96º por unas botellas de ron filipino de siete años, que, llegado el caso, desinfecten cuerpo y alma.

ALACENA: Recordemos que el objetivo es subsistir unos días (dos o tres, dicen las fuentes), si no se ha resultado espachurrado por un malgenio militar. A ver, debe haber pasta (de la de sémola), latas (sobre todo de calamares en salsa americana, que gustan mucho y son picantes), frutos secos (¿para el ron?), agua embotellada… De todas formas, con lo que hay en casa normalmente se puede aguantar dos o tres días cantando que se acabó el alboroto y ahora empie-za el tiroteo y ahora empie-za el tiroteo. Mejor es tener que no tener (y ser que no ser, incierto Heidegger), pero, aviso para supervivientes, nuestras casas son unas alacenas de sobrevivencia natural.

PERTRECHOS OLVIDADOS: Radio a pilas (para enterarnos rápidamente de quiénes se hacen un Pétain, aunque ya se les va pillando hoy la voz… Y el eco), las pilas para la radio a pilas, linterna, pilas para la linterna, una pila de cargadores de aparatos por si la cosa no es grave del todo (cierto es que habrá que olvidarse de Netflix), mantas y endredones, y unas muditas limpias por si tenemos que ir al médico.

Terminada la revisión, echamos en falta en esta relación unos libros, puesto que no todo el mundo tiene en casa y los Juegos reunidos Geyper: ¡qué tiempos aquellos en que ya teníamos el enemigo en casa!

“cada uno de ellos (de los jóvenes) es un kid de supervivencia”

Esto, claro está, nos lleva a pensar en los chavales propios y ajenos. Habrá que explicar la situación en casa y en la escuela: que nos estamos preparando para el desastre, que amañamos la guerra porque no apañamos la paz. Llenaremos sus mentes de Gazas y de Ucranias y, si podemos, les pagaremos psicólogos. No future! No present! En su lugar, podríamos hacer el esfuerzo, tanto en la salita de la tele como en el aula, de voltear la moneda: que en las guerras solo hay perdedores, que las armas solo se cargan para disparar, que la diplomacia de una Europa unida puede alejar los conflictos, que los jóvenes pueden ayudar a construir un mundo con menos violencia e injusticia si queremos sobrevivir. En definitiva, que cada uno de ellos es un kid de supervivencia. Y que, si eso, nosotros echamos una mano.

Varios miles de jóvenes se reunieron en enero en Bilbao bajo el lema ‘¡Contra la guerra y el fascismo, jóvenes obreros a primera fila!’. Fuente: Press digital

Pedro A. Jiménez Manzorro

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