
Imagen de archivo de la manifestación en favor de la autonomía andaluza del 4 de diciembre de 1977. (Extraída de elDiario.es)
En poco más de una semana nuestra comunidad celebrará, ¡cuarenta y cinco años ya!, un nuevo 28F, conmemorando el día que andaluzas y andaluces ratificamos en un referéndum el Estatuto que resolvía en forma de ley las reivindicaciones que habíamos reclamado masivamente en las calles el cuatro de diciembre de 1977, con algunos heridos, detenidos y hasta un mártir, el trabajador y sindicalista de CC.OO. Manuel José García Caparrós, muerto en Málaga por los disparos de la policía nacional.
A lo largo de los años, el carácter reivindicativo inicial de esta celebración ligado a nuestro diferencial con el resto del estado, ha derivado en una suerte de vano orgullo nacionalista desprovisto de solvencia histórica que la ha ido alejando de su significado original. Buena muestra de ello han sido las celebraciones del 28F en escuelas e institutos: blanquiverdismo de banderitas, desayunos con pan y aceite (hasta que la subida de precios de este último los anuló) y cantos de un himno del que escasamente se conoce, o se ignora intencionadamente, su origen y significado.
Cuarenta y cinco años después, gobernada hoy por un partido conservador que aplica sin complejos políticas privatizadoras en el terreno de la educación, la sanidad y otros servicios esenciales sobre alfombras que otros, de aparente signo contrario, tendieron en su día, Andalucía sigue ocupando los últimos lugares en los indicadores socioeconómicos, culturales y educativos mientras asistimos perplejos a la división cainita entre muchos de los grupos políticos que teóricamente representan los intereses de los sectores que más sufren estas diferencias, enredados en disputas pueriles, ocupados de su particular parcela de poder o anclados en una visión quejumbrosa de la realidad andaluza.
En REDES creemos que es hora de revertir esta situación y, desde nuestro compromiso firme y mantenido con la educación y la enseñanza, exigimos a dichas fuerzas dos cosas que consideramos de vital necesidad:
- Es hora de abandonar los discursos catastrofistas y negativos y ofrecer a la ciudadanía mensajes de esperanza y alegría tejidos desde el realismo material y el orgullo de lo que hemos demostrado ser capaces de construir cuando nos dejan y se nos apoya: escuelas públicas, dotadas suficientemente de recursos y personal, inclusivas, democráticas, igualitarias y laicas que permitan a nuestro alumnado crecer y educarse en el conocimiento y sentido crítico que demanda el presente.
- Instamos a las fuerzas de progreso a que realicen los esfuerzos necesarios -es su obligación- para poner el énfasis en la defensa decidida de los aspectos que comparten respecto de las políticas sociales porque de ello depende que nuestra gente, especialmente los sectores más desfavorecidos, superen las dificultades que vienen lastrando nuestro crecimiento personal y colectivo.