De Nevenka Fernández a Jenni Hermoso

Españolit(a) que vienes al mundo te guarde Dios…

A veces ocurre que el azar de los acontecimientos pareciera dispuesto a intervenir en la historia social de nuestro país como una alarma o llamada de atención que lo despertara del bostezo y el aborregamiento provocado desde el poder mediático -y promocionado por todos los demás poderes-, dando así al traste con sus oscuras intenciones. Por eso se agradece esa función de despertador de conciencias que parece haber provocado el caso Rubiales, aunque mejor sería empezar a llamarlo el caso Hermoso -hermoso llamarlo así-, porque ella y sus compañeras deben ser las auténticas portadoras del protagonismo, sobre todo por la lección de civismo y valentía que están dando a toda la sociedad.

Los problemas sociales son así, parecen permanecer larvados en las interioridades de la vida cotidiana y de pronto emergen para que nos preguntemos cómo ha podido ser. Pues en este caso ha surgido, mire usted por dónde, de una historia que se ha ido construyendo con aportaciones que son también reivindicaciones casi anónimas de otras tantas compañeras que iniciaron una labor que nuestras campeonas han decidido asumir  tomando su relevo para seguir avanzando. Unas reivindicaciones que nadie pareció oír y que han estallado ahora para provocar un inesperado e interesantísimo debate que pareciera tener vocación de continuar. Ojalá la tenga; debería tenerla…

Digamos que en todo esto, y casi para nuestra sorpresa, llama la atención las continuas muestras que nuestras protagonistas nos hacen llegar de saber estar, de cómo rodear e impregnar de dignidad todas sus intervenciones en los medios, o de combinarlas con una solidez argumental encomiable -pongamos que hablo también de educación-; y que nos invitan a aplaudirlas una y otra vez como añadiendo más aplausos a su gesta deportiva. Podríamos decir que esta es la cara amable; la cara más agradable y positiva del debate, la que más nos entusiasma y que nos llena de orgullo porque, en términos educativos, construye socialmente; “para que la sociedad mejore”, como dice Aitana Bonmatí, una de ellas. Pero no nos engañemos, también está la otra cara del debate, la que nace desde el odio que parece obscenamente alentado desde determinadas emisoras, periódicos y televisiones y que parece permanecer latente, agazapado, y a la espera de resurgir. Digamos que mientras esa España de charanga y pandereta, del vano ayer, engendrador de un mañana vacío, un mañana huero, que diría Machado, aparenta sentirse abochornada por la irrupción de Rubiales y su protagonismo, pareciera a su vez molesta por habérsele fastidiado el plan. Están deseando que dimita o salga de escena, porque “muchacho, así no se hacen las cosas” y eso les está frenando su acostumbrado ímpetu reaccionario, al no poder continuar alegremente con su discurso antifeminista por miedo a quedar retratados sin la máscara protectora de la mentira y la manipulación. Están calladitos; sospechosamente demasiado calladitos. Así que no cantemos victoria; ya sabemos por experiencia y por historia que todo se andará y que casi podríamos añadir que es cuestión de tiempo y de oportunidad para que esa España “poderosamente” reaccionaria regrese para volver a las andadas, para devolvernos -¿alguna vez se fue?- a la triste historia de siempre en este país.

 

Españolit(a) que vienes al mundo te guarde Dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón.

Y del corazón hablamos, del corazón helado de nuestras -perdón por el posesivo- mujeres; también de memoria, porque recuerdo -¿cómo no recordarlo?- el caso de Nevenka Fernández, del infierno vivido por la concejal de Ponferrada que intenté expresar en el artículo que titulé Nevenka vive lejos . De todo lo que sufrió Nevenka -tan duros los hechos, tan duro el juicio, sobre todo el mediático, tan duro el coste personal al tener que hacerlo público- esa denuncia “de vivir lejos” me pareció lo más justo y lo más lúcido, como si aportara el gramo de esperanza necesario para la también necesaria supervivencia. Entendía que la heroicidad tan bellamente tratada socialmente, no debe pasar la criba del alto precio del coste personal y humano. Pensaba que no merece la pena. El sufrimiento y sobre todo la valentía de esta mujer no me parecía que merecieran el injusto destino social del héroe por mártir, tan ensalzado en nuestra sociedad y nuestra cultura; sino pensar en ella misma, en salvarse, en escapar, en exiliarse, porque el que hasta ahora consideraba su mundo, su país, no era “un lugar seguro” para ella y por extensión para la mujer. Por eso me parecieron tan reconfortantes las imágenes finales del documental en la que se intuye a Nevenka pasear por una playa. No hay mejor “the end” que ese para su historia. El mar, ya lo sabemos, contiene historias bellísimas y heroicas magníficamente tratadas por la Literatura, pero también ¿por qué no? debe contener historias, también bellísimas pero salvadoras como la de Nevenka, quizás porque la vida nació en el mar y al mar siempre regresamos…

El caso de Nevenka Fernández se remonta al 2.004. “¿Tanto tiempo?” nos preguntamos, pensando que pronto cumplirá veinte años. Veinte años no es nada dice la canción. Y podría decirse lo mismo en términos de la triste historia de este país, condenada a repetirse y a helarnos el corazón, si no fuera porque el azar, en forma de  esa corriente subterránea y casi invisible que discurre socialmente, ha querido decirnos que aquí estoy yo, colocándonos delante de los ojos el que otra España nace, ojalá implacable y redentora; Una España que alborea, representada de forma hermosa y fehaciente por nuestras campeonas. Una España que tiene mucho que ver con la magnífica labor de educación en valores que se viene haciendo en nuestras escuelas e institutos, si se me permite esta fe pedagógica.

De esa España que nace me gustaría hablar refiriéndome a la enorme diferencia de contextos. Nevenka tuvo que pelear contra un contexto político social todavía muy adverso. Nos lo cuenta muy bien Lara Moreno en su extraordinario Amargo como un veneno :

 “Ser víctima de violencia machista en esta sociedad violenta y machista no es plato de buen gusto. Estamos lejos aún de que este sea un lugar amable, cómodo, reparador y seguro para las víctimas del machismo. Estamos lejos aún de que este sea un lugar libre de violencias machistas”. 

Es verdad; seguramente estamos lejos de todo eso y Nevenka también está lejos; de manera que esto mismo que escribe Lara Moreno podrían decirnos, desde su exilio, las “no palabras” que recordamos en la voz entrecortada de Nevenka en el juicio; voz de mujer humillada y voz  también de quien “no puede encontrar las palabras” pero pelea por su salvación: “Nunca había oído esa palabra (acoso)… Le pusimos nombre a las palabras y ahí empezó la recuperación”… Nos comenta ella misma en el documental.

Tráiler del documental sobre el caso de Nevenka Fernández que puede verse en Netflix

No sé lo que pensará Nevenka de todo esto que está ocurriendo, aunque me atrevería a pensar que sí. Que quizás esa diferencia de contextos al ver cómo Jenni Hermoso se ha sentido arropada y acompañada por sus compañeras, lo viva con el recuerdo triste del entonces sentirse sola ¿dónde estaban sus compañeras de partido, por ejemplo? El vacío social es otra forma de exilio, seguramente la peor, por injusta y  porque hunde a la víctima a la vez que encumbra al maltratador como fue su caso. Pero a la vez permitidme creer y reconocer en ella misma la satisfacción de que aunque el machismo que denuncia Lara Moreno suponga que “nuestra sociedad esté enferma de muerte en lo emocional y lo sexoafectivo” y que lo que “Lo que quisiera roer es la estructura que permite su caminar”, para la propia Nevenka el ver las reacciones solidarias de nuestras jugadoras signifique también que las cosas van a mejor en ese territorio donde la sororidad está creando fuertes y poderosos vínculos; de modo que a partir de ahora la mujer que se decide a denunciar el maltrato quizás no lo haga tanto porque le haya pasado a ella, sino porque su historia pertenece a todas, como si todas las historias de maltrato desde Nevenka hasta Jenny fuesen la misma historia.

Digamos finalmente que las palabras salvaron entonces a Nevenka en su odisea particular y las palabras están demostrando también su poder salvador en la odisea colectiva del -hermoso- caso de Jenni Hermoso. Me satisface pensar en el valor de las palabras como salvadoras en ambos casos y me gusta también pensar de ese mismo valor salvador de las palabras en términos de cambio social. De manera que podemos decir que esas palabras que le faltaban a Nevenka, son las palabras que en las declaraciones de nuestras jugadoras aparecen ya claramente instaladas socialmente y sólidas en su significado. Mientras Nevenka tenía que encontrar las palabras, nuestras jugadoras, gracias al testimonio de Nevenka y otras tantas Nevenkas, han “encontrado las palabras” y sobre todo las usan. 

En mi opinión, creo que es esa una de las mayores conquistas del movimiento feminista y también de la educación: La de esa socialización en los valores de defensa de la mujer y contra el machismo que se ha ido construyendo de forma callada, a pesar de los intentos de silenciarla, y que ha calado más profundamente de lo que creíamos en las nuevas generaciones hasta impulsar el #Se acabó. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.