Si hoy es miércoles, Dolores Álvarez te invita a leer
Está claro que evaluar no es calificar, evaluar es aprender, es revisar durante el proceso cómo se está haciendo para tratar de mejorar y enmendar los fallos. Esta idea que es tan simple sigue sin hacerse en la mayoría del proceso educativo y por esa parte salen perjudicados tanto alumnado como profesorado ya que no toman la evaluación como momento de aprender durante el proceso sino que se resuelve al final, cuando ya todo está terminado, llegando de esta manera a una calificación del aprendizaje que no ha significado camino en el proceso educativo tanto del alumnado como del profesorado, se siguen repitiendo los esquemas con los mismos exámenes y no se aprovecha la posibilidad de evaluar para aprender.
La obra parte de un plan de formación institucional que hace más de treinta años se puso en marcha en Barcelona para impulsar la implantación de la LOGSE, Neus Sanmartí y Jaume Jorba coordinaron la formación del profesorado y equipos directivos en cuestión de matemáticas y ciencias, con la posibilidad de promover un enfoque interdisciplinar en el trabajo en el aula. Al final del primer curso fue el propio profesorado el que pidió que se profundizara en el tema de la evaluación porque sospechaban que no lo estaban enfocando adecuadamente. Así empezó la investigación en la evaluación, se fueron incorporando más escuelas e investigadores con lo cual el proceso era cada vez más enriquecedor.
«La evaluación puede servir para muchas finalidades. Lo importante es utilizarla como aprendizaje, como una manera de comprender para mejorar las prácticas que aborda» (M.A. Santos Guerra, 2014)
Sinopsis: ¿Podemos los docentes promover que el alumnado esté más interesado en aprender y no tanto en la «nota»? ¿Podríamos imaginarnos todo un curso sin dar ninguna «nota» y, solamente al final, consensuar una calificación? Tal vez este sea un deseo que muchos tenemos y que, si queremos que se convierta en realidad, exige que reexaminemos a fondo el sentido y la práctica de la evaluación.
Esta revisión parte de la asunción de que la función fundamental de la evaluación es regular todo el proceso de aprendizaje, es decir, centrar su fuerza en un buen feedback, que ayude al alumnado a tomar buenas decisiones para identificar qué hace ya suficientemente bien y cómo puede vencer los obstáculos que le vayan surgiendo. Condiciones necesarias son, por una parte, el cambio en el estatus del error, a fin de que se perciba como algo normal y el punto de partida para aprender. Y, por otra, el paso del protagonismo de la evaluación al alumnado, dado que es este quien tiene que corregirse y encontrar los mejores caminos para reconocer los aciertos y avanzar en la superación de las dificultades.
Sobra decir que esta nueva perspectiva de lo que tradicionalmente hemos entendido por evaluar no se puede reducir a decir a los alumnos que se autoevalúen, ya que, para que lo hagan de forma autónoma, es necesario cambiar otros muchos aspectos de la práctica escolar. Es una transformación que requiere tiempo, pero a medida que se va interiorizando, la evaluación pasa a ser útil y gratificante para todos, aprendices y docentes. (Octaedro, 2020)
Neus Sanmartí Puig. Química y profesora emérita de Didáctica de las Ciencias en la Universidad Autónoma de Barcelona. Especializada en temas relacionados con el desarrollo curricular y la evaluación, entre otros. Ha sido docente en las etapas de Primaria y Secundaria, así como en la formación inicial y permanente del profesorado. Premio de Pedagogía «Rosa Sensat» (2002) y Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Catalunya (2009).
Con esta obra podremos hacer una reflexión de cómo evaluamos y nos dará herramientas para transformar, con la finalidad de tomar la evaluación durante el proceso educativo y llegar al aprendizaje a través de ella.
«Promover que el alumnado sepa autoevaluarse tiene la finalidad de construir conocimientos claves de manera significativa… que le posibiliten continuar aprendiendo a lo largo de la vida y en espacios diferentes de los escolares»
Está claro que necesitamos cambiar la evaluación para que sirva para aprender:
- La evaluación que sirve para aprender debe ser gratificante y quitar los miedos tanto al alumnado como al profesorado.
- La evaluación que sirve para aprender requiere evaluarse y ayudar a pensar al alumnado en su proceso educativo. De esta forma llegaremos a un aprendizaje significativo.
- La evaluación que sirve para aprender considera que el aprendiz debe ser el protagonista de la evaluación. Así llegaremos a una evaluación formadora que promueva que sea el propio alumno el que tome las decisiones de mejora.
- La evaluación que sirve para aprender tiene en cuenta que los resultados de un proceso de aprendizaje tienen sentido si se ha aprendido. «Los docentes enseñamos, pero, para hacerlo bien, debemos evaluarnos constantemente y promover que los alumnos también lo hagan para superar obstáculos y errores»
- La evaluación que sirve para aprender utiliza instrumentos que nos sirvan para recoger datos y analizarlos, en beneficio de la propia orientación del proceso de aprendizaje. Porque como dice José Blas García «aún no hemos superado el dilema entre «aprender para evaluar» o «evaluar para aprender».
- La evaluación que sirve para aprender comparte con las familias, dialoga con ellas durante el proceso, no solo informa al final.
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En definitiva, se ha de ayudar al alumnado para que su proceso educativo sea significativo y para ello se utilice la evaluación como medio de mejora que deshaga los errores que a lo largo del proceso se vayan produciendo. Un libro recomendable para el profesorado que quiera cambiar su forma de ver la evaluación.
De la misma autora podemos consultar «10 ideas clave. Evaluar para aprender» que nos ayudará también en plantearnos la evaluación como un proceso de aprendizaje.
En este nuevo programa de editorial Octaedro hablaremos con Neus Sanmartì y Marisol Uría, sobre la evaluación. Y presentaremos el libro de Neus, Evaluar y aprender: un único proceso.