Manuel Martin Correa
La joven poeta que se convirtió en una de las protagonistas en el acto de investidura del presidente Biden
Uno casi se imagina que estas cosas sólo pueden pasar en un mundo maravilloso como el que puedan soñar los poetas. Ya sabemos que a veces la realidad puede superar a la ficción, también a la fantasía, o a la poesía -que diríamos-. Porque ahí está y ha ocurrido de verdad.
Una joven poeta se ha convertido en una de las protagonistas en el acto de investidura del presidente de la nación más poderosa del mundo al recitar uno de sus poemas. La poeta se llama Amanda Gorman y tiene 22 años. El poema se titula The hill we climb (La colina que subimos). En un acto que tradicionalmente suele tender a lo formal y ceremonioso, la voz de la poesía lo trasciende, como queriendo poner en su sitio el valor y el poder de la palabra.
Tras cuatro años caracterizados por las proclamas incendiarias, la brutalidad del lenguaje y el fomento de la división y el odio, que han culminado con el asalto al Capitolio y a la democracia, se hacía necesaria la voz de la poesía para recuperar la fe en la condición humana y en la democracia. Después de la noche oscura del alma, de la soledad y orfandad que pudieron significar los acontecimientos del seis de enero pasado, nos llegan estos versos de esperanza y de búsqueda de la luz: “Cuando llega el día nos preguntamos, ¿dónde podemos hallar luz en esta sombra que nunca termina?”.
Cuentan que hablando de sus orígenes, Amanda Gorman, hija de una madre soltera y maestra, decía de su madre que le había dotado del “valor de la educación. No solo para mí, sino para los otros…”. Cuando tantas vueltas le damos a veces a proyectos y metas educativas, nos olvidamos de que los maestros siempre estuvieron ahí teniendo claro ese valor de la educación para mí y para los otros.
Y cuentan también que de pequeña era una “niña rara”, que encontró muy pronto consuelo en la lectura y la escritura, hasta convertirse con sólo dieciséis años en la ganadora del Premio de Poeta Juvenil de Los Ángeles en 2014, y del Premio Nacional de Poeta Juvenil de EEUU tres años más tarde. “La poesía me encontró a mí” cuentan que dijo…Y es que la poesía contiene en sí eso mismo de propiciar los encuentros. También los nuestros en la poesía. Porque con seguridad que nuestra poeta se sirvió para su locución de las mismas palabras que antes habrían sonado en la voz de otros oradores: Palabras como esperanza, libertad, justicia, democracia, se habrían repetido muchas veces en el mismo acto; y sin embargo en ninguna de esas voces sonó con la claridad rotunda que la poesía suele proporcionar a las palabras. “De alguna manera hemos resistido y hemos sido testigos de una nación que no está rota, sino simplemente inacabada…”. Bendita vocación de la democracia el sentirse continuamente inacabada, compartiendo así una concepción que es la misma que la de la propia educación: La construcción del hombre como tarea también inacabada.
Por eso, siento un orgullo profundo, como educador, al ver en las portadas de los informativos de todo el mundo la imagen de esta joven poeta, descendiente de esclavos y que proviene del activismo social y del feminismo. De alguna manera ella representa a la alumna universal del educador universal que todos llevamos dentro. En una época en que los valores de la juventud se ven atravesados por dificultades de todo tipo, y sobre todo por la confusión interesada generada por la voracidad y ambición de los tiburones financieros que han puesto sus ojos en ella, la imagen de Amanda Gorman se levanta firmemente para enviar desde la poesía un mensaje de alivio y de esperanza al corazón mismo del hombre, también, universal: “Siempre hay luz si tan solo somos lo suficientemente valientes para verlo. Si tan solo fuéramos suficientemente valientes para serlo”.
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