NUCCIO ORDINE, EL ÚLTIMO HEREJE, TAN NUESTRO

Se nos ha muerto Nuccio Ordine. Lo dicen las noticias mientras atónitos nos preguntamos que no puede ser, que por qué hay que creer a la muerte. “Jamás creeré en su muerte. Sólo pasan para siempre los muertos y las sombras, los que no vivían la propia vida”. Eso nos decía Machado en relación con Giner de los Ríos, su maestro querido. Como con todos los autores de los que aprendí tantas cosas, mantenía con Nuccio Ordine -quiero creer que era así- una relación imaginaria y a la vez cordial desde que empecé a leerlo en La utilidad de lo inútil. Digo “leerlo” porque de algún modo leer un libro es también leer al autor; sobre todo cuando éste pone en su obra todo cuánto es, que es lo mismo que hacen los propios niños cuando ponen tanto de sí en todo lo que hacen. Desde entonces pensé que debía ocupar un lugar privilegiado entre mis maestros aunque fuera más joven que yo. Ya sabemos que el magisterio no entiende de edades pero sí de erudición y sabiduría. En ambas cosas debí pensar también cuando lo utilicé como cita para uno de los relatos de mi libro “Con trozos de tiza. Apuntes y relatos para una pedagogía ingenua” (Leer aquí una reseña sobre el libro) que hablaba sobre la poesía y sobre el aprender desde el valor de la palabra.

Quizás por eso de la poesía y del valor de la palabra me ha llamado la atención entre tanto que he leído sobre él en estos días, el texto titulado: “Nuccio Ordine, el último hereje” de Francis López Guerrero (Leer aquí). “El intelectual de corazón, comprometido con su época, se preocupa por las generaciones venideras, es más profeta solitario que erudito engreído, y no se deja seducir por las vestiduras o la piel sensual de su sociedad, sino que es un sacerdote de la heterodoxia y desnuda y disecciona a esa sociedad con el instrumental en desuso del raciocinio y la argumentación y le extirpa las vísceras y las expone en el altar sagrado del pensamiento crítico y la responsabilidad para que las vea el gran público, algunas de ellas con evidentes signos de putrefacción.

-¡Ay amigo, ahí es dónde duele! -diríamos-. Entre tanta constante y tramposa por seductora invitación que reciben desde el poder tantos y tantos intelectuales para indefinirse, con Nuccio Ordine lo tenemos claro. Él era un hereje, un radical sin miramientos, interpelando e interpelándonos sobre el papel que corresponde sobre todo a las personas involucradas en el mundo de la cultura y la educación que como la poesía son “armas cargadas de futuro”. 

Recuerdo que en el Colectivo Ciclo cuando estábamos allá a comienzos de los años ochenta elaborando aquel audiovisual sobre Lorca, que tanto gustó a la comunidad educativa de entonces, alguno de nosotros hizo aquel comentario sobre que su asesinato parecía hasta creíble en su destino trágico: ¡Cómo no lo iban a matar…! A modo de inspectores de novela negra que buscaran la lógica de los hechos, concluíamos que Lorca no tenía más remedio que morir, pero no como un destino fatídico a quien no debemos adjudicar una culpa indefinida que corresponde a otros. Porque tú lees Poeta en Nueva York -decíamos-, “Aurora de Nueva York” y sobre todo “New York (Oficina y denuncia)”, (Leer aquí) y la contundencia y profundidad de lo que lees te da pavor, como un miedo inyectado en vena que te recordara en estos tiempos: cuidado con lo que escribes en la red. Porque esa denuncia no podía salir gratis. No se puede hablar como si tal cosa del sistema capitalista diciendo que a veces las monedas en enjambres furiosos taladran y devoran abandonados niños. O proclamar sin que pase nada: Pero yo no he venido a ver el cielo. He venido para ver la turbia sangre, la sangre que lleva las máquinas a las cataratas y el espíritu a la lengua de la cobra. La sangre que hay detrás de las multiplicaciones, divisiones y sumas, un río de sangre tierna en la gota de sangre de pato o de marinero… Todo eso y cosas así nos decíamos mientras gritábamos con Lorca:  No, no; yo denuncio, yo denuncio la conjura de estas desiertas oficinas que no radian las agonías, que borran los programas de la selva… Es verdad, leíamos los poemas con la rabia contagiada de esos versos que te impulsan siempre al grito, mientras también nos decíamos con la lógica de los detectives de novela policiaca de que su destino estaba marcado…

Imagen de Nueva York Y Federico García Lorca

Igualmente, tú lees “La utilidad de lo inútil” y la contundencia de la denuncia contra el sistema en tantos y tantos de sus párrafos, ya te da idea del riesgo que ello supone para el autor y sus consecuencias: La lógica del beneficio mina por la base las instituciones (escuelas, universidades, centros de investigación, laboratorios, museos, bibliotecas, archivos) y las disciplinas (humanísticas y científicas) cuyo valor debería coincidir con el saber en sí… O esto otro: El saber constituye por sí mismo un obstáculo contra el delirio de omnipotencia del dinero y el utilitarismo. Todo puede comprarse, es cierto. Desde los parlamentarios hasta los juicios, desde el poder hasta el éxito: todo tiene un precio. Pero no el conocimiento: el precio que debe pagarse por conocer es de una naturaleza muy distinta.

Los tiempos de hoy no son tan lejanos a los de la segunda mitad de los años treinta del siglo pasado. La historia pareciera no querer decirnos nunca su última palabra, pero puede decirnos cosas si acudimos a la memoria. Y hay una memoria ya demasiado larga de que aquí pierden los de siempre: La Educación y la Cultura entre ellos. Los poderes que propiciaron el fascismo que mató a Lorca son los mismos y hunden sus raíces en la Europa civilizada de hoy, donde nada de lo que está ocurriendo pasa sin su aprobación. Llamémosle sistema; o como decía mi admirado Rafael Argullol: no le llamemos capitalismo, llamémosle simplemente codicia…

Afirma Francis López  que Desde Voltaire a Camus, pasando por Pasolini, el intelectual de verdad es un hereje. Nuccio Ordine es un hereje, como su amado Giordano Bruno, al que le ha dedicado varios estudios. Es un creyente practicante del difícil ejercicio del contrapoder. un antisistema en su empresa intelectual. Y qué es el sistema cabría preguntarnos para responder con el autor del artículo: es una superestructura indetectable en sus cimientos, con su propia inercia inexorable -hacia la productividad y el utilitarismo- que conduce a una percepción unívoca de la realidad, monstruosa en su tamaño y en potencialidades acaparadoras, que no debe confundirse con el régimen político, el modelo de gobierno está subsumido también a la superestructura con más o menos trascendencia…

Superestructura indetectable -me repito- pensando en los versos de Lorca, en cómo el poeta supo “ver” y sentir la realidad; y también en que su denuncia se convierte hoy en difícil tarea para nosotros porque el camuflaje y la invisibilización forman parte del ordinario atuendo y ropaje del sistema capitalista. Nuccio Ordine lo sabía. La utilidad de lo inútil no se entiende sin su opuesto de la inutilidad de lo útil, usando aquí también ambos conceptos en la órbita de nuestro autor. En este contexto, considero útil todo aquello que nos ayuda a hacernos mejores. En contraposición con esto, lo útil, para el sistema, es como dice Francis López todo aquello que sólo quiere fabricar dinero endogámico y oligárquico hasta la náusea, que no es lo mismo que la creación de riqueza, profanando cualquier manifestación o actividad humana que por ley cósmica debe ser valorizada y colocarle el yugo mercantil del lucro o la especulación. Y esa “inutilidad de lo útil” se hace visible sobre todo en su poder destructor sobre la naturaleza en nombre del progreso – en palabras de Pierre Clastres ese proyecto cartesiano cuyas consecuencias apenas podemos entrever – y de destrucción de la cultura como formas de vida ligadas a la “utilidad de lo inútil”. Una denuncia en la que como dice Francis López,  el maestro y sabio calabrés viene a continuar lo que ya planteaba Thomas Mann en “La montaña mágica”: “El demoníaco imperio del dinero, del negocio por encima de todo”. O nuestra María Zambrano cuando sentenciaba que lo humano, ser persona, es la respuesta y el único proyecto posible, al cual todos los demás proyectos deben quedar supeditados…

Como se dice en el artículo: Nuccio Ordine recogerá en forma de galardón y de magisterio el testigo de quienes fueron sus amigos personales,Umberto Eco y George Steiner, dos gigantes de la cultura occidental. El filósofo y catedrático de Literatura italiana no será quemado vivo por hereje, como hicieron con Giordano Bruno -combatiente de los dogmas- en el Campo dei Fiori de Roma, sino que su herejía será glorificada en octubre a la vista de todos en el Teatro Campoamor de Oviedo. La sociedad y la historia progresan adecuadamente en su devenir, se han cambiado las hogueras inquisitoriales por los reconocimientos institucionales. Mientras tanto, el sistema seguirá funcionando (y apisonando) sin solución de continuidad.

Es verdad, como dice nuestro autor la sociedad y la historia progresan adecuadamente, a los herejes ya no se les quema en la hoguera o les asesinan los fascistas -¡qué  horror, qué mala imagen!-. Nuccio Ordine dicen que murió como consecuencia de un derrame cerebral; de muerte natural, diríamos, para desconsuelo de nuestra épica que se quejará de que hasta la épica se va devaluando en estos tiempos. Pero como también se afirma, el sistema seguirá funcionando (y apisonando) y enviando el mensaje contra la educación y la cultura “de que mucho cuidado” y de que puede ser peligroso si llegara el momento…

Así que no nos engañemos: aquí pasa lo de siempre: La eterna batalla entre el poder (no sólo el económico) por un lado y la educación y la cultura por otro. Y ahí, sí nos queda una épica redentora que afrontar. Contra la mercantilización sin freno y sin cortapisas y contra la lógica del beneficio de ganar dinero y llamarlo progreso, siempre arriba con la utilidad de la educación y la cultura que nos hace mejores. En las palabras proféticas de Nuccio Ordine: Sólo el saber puede desafiar una vez más las leyes del mercado. Yo puedo poner en común con los otros mis conocimientos sin empobrecerme. Puedo enseñar a un alumno la teoría de la relatividad o leer junto a él una página de Montaigne dando vida al milagro de un proceso virtuoso en el que se enriquece, al mismo tiempo, quien da y quien recibe. 

En el sentido revolucionario de sus propias palabras y de ese saber compartido; en honor a nuestros grandes e inútiles héroes como Don Quijote, o los héroes olvidados de nuestra infancia; y por tantos y tantas personas ligadas a los valores de la educación y la cultura, estamos convocados como educadores a esa épica que nos marca “La utilidad de lo inútil” y Nuccio Ordine, tan hereje, tan poeta y por eso tan educador y tan nuestro.

Amplia charla de Nuccio Ordine sobre su libro

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