En los claustros de los centros educativos de Andalucía, y me temo que del resto de España, suele respirarse un ambiente algo cargado: hartazgo por la burocratización de la tarea docente, ratios insoportables, escasez generalizada de profesorado –especialmente sangrante en el caso del de apoyo-, en mitad de Para Elisa de Bethooven durante una clase de Música el Apocalipsis encarnado en martillazos y taladradoras abriendo agujeros por obras de bioclimatización, familias desnortadamente exigentes pidiendo el libro de reclamaciones como si estuvieran en el Corte Inglés -y esto no es una metáfora-, un quiero y no puedo atender a mi alumnado como se merece y, la guinda del pastel cada cierto tiempo, cambios legislativos cuando no acababan de asentarse del todo los anteriores. A todo esto y ligado esencialmente al último asunto se ha sumado entre los docentes una nueva inquietud, más zozobra, una suerte de desasosiego nervioso, un bullebulle y un comecome que mutan en irrespirable el aire en las salas de profesores, en los departamentos, en los patios o en el café del desayuno.
En general, el profesorado anda algo angustiado preguntando por las esquinas, algunos al punto de las lágrimas, cómo se le mete mano a la LOMLOE, cómo programo yo este año que me ha tocado dar 1ºESO, por ejemplo, cómo carajo se lleva a la práctica eso que llaman de forma algo rimbombante ‘situaciones de aprendizaje’, qué demonios es y para qué sirve un ‘perfil de salida’ -¿¡preparados, listos, ya!?- y dónde está, por consiguiente, el de llegada, a qué viene ahora especificar la competencias y, sobre todo, de qué van exactamente los ‘saberes básicos’ o mínimos o esenciales o… Cuando la comezón se desborda y escala hasta la desesperación, hay quien jura en arameo, atenta de palabra -de momento- y simultáneamente contra varios mandamientos de las principales religiones monoteístas y de parte de las politeístas, se mesa los cabellos y algunos incluso llegan a acordarse en términos nada laudatorios de los difuntos de ciertos responsables políticos, así como de su familia más cercana.
La Junta, cuando aún tenía una Consejería de Educación y Deporte y no el engendro actual que han denominado Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional, previendo que esto podía pasar y, quiero pensar, sinceramente preocupada por la salud mental de los trabajadores del ramo educativo, trató de poner remedio a esta situación dentro de su ámbito competencial promulgando en el mes de junio unas instrucciones para que lo que el pérfido gobierno socialcomunista de España había perpetrado con sus socios batasunos, esquérricos y bolivarianos por vía parlamentaria se aplicara sensatamente en la moderada Andalucía morenobonillense de acuerdo con esos principios que habían obrado el milagro de la mayoría absoluta y alojado en consecuencia a Juanma en San Telmo con pompa, boato y un calor del copón en pleno julio -y con la familia vestida de Primera Comunión para ocasión tan principal-. Evidentemente, y a la angustia claustral descrita anteriormente me remito, este intento materializado en la Instrucción conjunta 1/2022, de 23 de junio no ha surtido el efecto pretendidamente deseado por aquella Consejería, que de alguna manera es la actual. Por cierto, a estas alturas del curso escolar, del que ya se ha consumido la mitad, se sigue esperando la concreción definitiva en un Decreto y en su Orden correspondiente. Evidentemente esta consejería, se llame como se llame, va tarde, pero además es que va mal, muy mal, porque ni siquiera ha hecho el esfuerzo de avanzar unas instrucciones más o menos bien trabajadas, porque han dimitido de su responsabilidad y de sus competencias en materia educativa. Como los malos estudiantes que quieren salvar el expediente a última hora, a prisa y corriendo, incluso trampeando, la Consejería ha echado mano del corta y pega en su publicación, la que actualmente sirve al profesorado de guía para su trabajo, nada más y nada menos.
Como la velocidad se demuestra andando y no quiero caer en bulos o afirmaciones no contrastadas, me remitiré, a modo de ejemplo, a lo que me he encontrado al intentar dar algo de coherencia a eso que llaman saberes básicos de la materia de Lengua Castellana y Literatura para 1º y 3º de ESO, que, a diferencia de lo que manifiestan mis compañeras de Inglés o Tecnología, por poner un caso, peca de galimatías, de guirigay, y no solo por la jerigonza utilizada, que esa es otra. Lo más penoso no es que se propongan como saberes asuntos que tienen que ver más con lo que en la LOGSE se llamaba ‘Procedimientos’, pecado original este achacable a los legisladores ministeriales, sino que los adaptadores andaluces de la norma nacional se han limitado a copiar y pegar sin rubor ni disimulo, a introducir cuando les convenía por aquí y por allá los conceptos ‘andaluz’, ‘autores andaluces’, ‘flamenco’,… y en un claro ejemplo de incompetencia comunicativa han llegado a convertir en saber básico aquello que en el original aparece como introducción a estos. Me explico con un solo ejemplo de los muchos que se pueden encontrar en una lectura sosegada de las instrucciones; sosiego, por cierto, que se transmuta rápidamente en indignación según se avanza en la lectura y va creciendo la sensación de tomadura de pelo.
Donde en el original pone “Implicación en la lectura de obras de forma progresivamente autónoma a partir de una preselección de textos variados, y reflexión sobre los textos leídos y sobre la práctica de lectura, atendiendo a los siguientes saberes: …”, en el documento andaluz se puede leer como primer saber básico del apartado sobre Educación literaria/Lectura autónoma lo siguiente: “Implicación en la lectura de obras de forma progresivamente autónoma a partir de una preselección de textos variados que incluyan obras de autoras y autores, con especial atención al patrimonio literario andaluz. Reflexión sobre los textos leídos y sobre la práctica de lectura sustentada en modelos” –fin de la cita, como dijo aquel-. Para que resulte más cómodo, me permito la licencia de destacar en cursiva lo que el legislador andaluz ha añadido muy probablemente por darle un aroma autóctono al texto copiado de la LOMLOE, que se puede consultar, si alguien tiene curiosidad, en el siguiente enlace: https://educagob.educacionyfp.gob.es/curriculo/curriculo-lomloe/menu-curriculos-basicos/ed-secundaria-obligatoria/materias/lengua-castellana/criterios-eval-primer-segundo-curso.html. Lo de “que incluyan obras de autoras y autores” merece un comentario aparte: ¿quiénes van a escribir las obras si no son sus autoras y autores o acaso piensan en la Consejería que la literatura está inspirada y escrita por las musas o por los dioses olímpicos? Si se trata de un intento de insertar en el texto el lenguaje inclusivo, entiendo que se debería haber ido más allá de la perogrullada. No sé si esto se puede atribuir a incompetencia o a candidez; en cualquier caso, en ciertos ámbitos la candidez puede llegar a ser sinónimo de incompetencia y, entonces, las conclusiones son devastadoras.
Por otra parte, existe un error de bulto que me temo que afecta al conjunto de la redacción de las Instrucciones andaluzas de junio. Lo que en el original venía redactado para dos cursos, en la Consejería lo reducen a uno solo, supongo que para demostrar que los chavales andaluces no tienen nada que envidiarles a los vascos, si tiramos de clichés y lugares comunes patrios. Pero más allá de esta suerte de ‘sujétame el cubata’, a cualquiera que se dedique a esto de ir todos los días a dar clase y conozca las dificultades del día a día jamás se le ocurriría concentrar en un curso escolar 46 saberes básicos en Lengua Castellana y Literatura de 1º ESO, muchos de los cuales se pueden calificar como farfolla mental ininteligible e infumable.
Y así con todo o la mayoría del trabajo desarrollado por las autoridades educativas andaluzas, al menos en lo que respecta a la materia de Lengua Castellana y Literatura. No me extiendo más porque aprecio el tiempo del lector que haya llegado hasta aquí tanto como el mío. Creo, en fin, que esta no es la vía de combatir todas las barbaridades que según la administración andaluza morenobonillense ponía en juego la nueva ley chavista de la exministra Celaá, sino más bien una manera manifiesta de ponerse en ridículo exponiendo públicamente y negro sobre blanco el interés real de este gobierno por la educación. ¿O acaso se trata un intento más de enterrar por la vía de la confusión y de la desesperación a las Humanidades en favor del impulso en las aulas de las nuevas tecnologías -sin dotación material suficiente para llevarlas a la práctica, por cierto-? No sé. Tire por donde tire, dan ganas de exiliarse o de unirse al coro docente de blasfemos, cuando menos.