Si hoy es miércoles, Dolores Álvarez te invita a leer
Leyendo a Paulo Freire, pedagogo brasileño, siempre se aprende y se te avivan los sentimientos más profundos para hacer una reflexión de tu situación en la sociedad, de tu postura ante la educación, de cómo posicionarte críticamente ante lo que te rodea y de cómo trasladar esa situación de compromiso ante la profesión docente.
Este libro «Pedagogía de la autonomía», junto con «Cartas a quien pretende enseñar» son de obligada lectura para los docentes y todas aquellas personas relacionadas con el mundo educativo. En realidad, leer a Freire en cada una de sus obras, siempre significa un aprendizaje y un compromiso social con el alumnado y su entorno.
Paulo Reglus Neves Freire fue un pedagogo y filósofo brasileño, destacado defensor de la pedagogía crítica. Es conocido por su influyente trabajo Pedagogía del oprimido, que generalmente se considera uno de los textos fundamentales del movimiento de pedagogía crítica. Wikipedia
Sinopsis: «En la búsqueda permanente de aprendizaje, pocas veces encontramos textos apropiados como éste, que nos enseña a enseñar partiendo del ser profesor. El autor, en un lenguaje accesible y didáctico, reflexiona sobre saberes necesarios para la práctica educativa-crítica con base en una ética pedagógica y en una visión del mundo cimentadas en el rigor, la investigación y la actitud crítica».
Las ideas planteadas en esta obra tratan de que veamos los conflictos que nos acompañan en la tarea docente y nos da pistas para que vayamos abriendo las puertas al entendimiento más comprometido socialmente porque de nada sirve llenar las cabezas de nuestros estudiantes de saberes desconectados y que no sirvan para su integración en la sociedad.
«La sensibilidad con que Freire problematiza y conmueve al educador señala la dimensión estética de su práctica, que -precisamente por eso- puede ser movida por el deseo y vivida con alegría, sin dejar de lado el sueño, el rigor, la seriedad y la simplicidad inherentes al saber de la competencia» Nos dice Edina Castro en el prólogo.
En la obra se habla de formación docente, de investigación, de reflexión sobre la práctica, de la autonomía del alumnado, del respeto del docente al saber del alumnado. Porque formar es mucho más que adiestrar, porque educar supone una responsabilidad ética, una ética universal del ser humano, porque sirviendo de modelos al alumnado puedan ellos y ellas aprender de nuestros propios comportamientos.
Nos deja claro que «No hay docencia sin discencia», entendiendo discencia como el conjunto de las funciones y actividades de los educandos porque «Quien enseña aprende al enseñar y quien aprende enseña al aprender». Porque: enseñar exige rigor metódico; enseñar exige investigación; enseñar exige respeto a los saberes de los educandos; enseñar exige crítica; enseñar exige éstética y ética; enseñar exige la corporificación de las palabras en el ejemplo; enseñar exige riesgo, asunción de lo nuevo y rechazo de cualquier forma de discriminación; enseñar exige reflexión crítica sobre la práctica; enseñar exige el reconocimiento y la asunción de la identidad cultural.
Continúa Freire la obra explicándonos que «Enseñar no es transferir conocimiento». Porque: enseñar exige conciencia del inacabamiento; enseñar exige el reconocimiento de ser condicionado; enseñar exige respeto a la autonomía del ser del educando; enseñar exige buen juicio; enseñar exige humildad, tolerancia y lucha en defensa de los derechos de los educadores; enseñar exige la aprehensión de la realidad; enseñar exige alegría y esperanza; enseñar exige la convicción de que el cambio es posible; enseñar exige curiosidad.
Finaliza esta obra diciéndonos que «Enseñar es una especificidad humana». Porque: enseñar exige seguridad, competencia profesional y generosidad; enseñar exige compromiso; enseñar exige comprender que la educación es una forma de intervención en el mundo; enseñar exige libertad y autoridad; enseñar exige una toma consciente de decisiones; enseñar exige saber escuchar; enseñar exige reconocer que la educación es ideológica; enseñar exige disponibilidad para el diálogo; educar exige querer bien a los educandos.
Es tanto lo que se aprende con la lectura de Freire que no me he resistido a poner los titulares de cada uno de los apartados que encabezan los tres capítulos del libro. Su lectura es muy amena y a la vez reflexiva ante lo que vas aprendiendo, es un tratado de educación en el que podemos seguir aprendiendo en el transcurrir del tiempo porque, aún después de tantos años escuchando su mensaje, te enteras que hay parte del profesorado que está a años luz de sus enseñanzas y que se resiste a cambiar los esquemas que a él o ella le transmitieron, sin más reflexión que «siempre lo he hecho así», aunque no haya dado resultados, aunque haya parte del alumnado que se pierde, aunque no se tenga en cuenta situaciones personales ni contextos desfavorecidos… Por este motivo, pienso que la lectura de esta obra debe ser de obligado cumplimiento para el profesorado de cualquier etapa educativa.
Esta reseña se publicó originariamente en el blog de la autora, La Colina de Peralías, el día 1 de mayo de 2020. Puedes verla aquí.