SER O NO SER: Un texto de Carlos Algora.

En una mañana otoñal, viento ligero de poniente, nubes blancas con recovecos negros y sol acariciador he caminado sobre el mar. No soy un profeta, solo un pobre mortal que orillea por las aguas y asienta sus pies sumergidos en la suave arena. He dialogado conmigo mismo. En mi vida he atravesado el ecuador y algún que otro meridiano, pero me siento joven para amar, aprender, sentir y espero continuar con mucha andadura por delante, aunque eso depende del destino, como decía Sinuhé el egipcio, novela que ha sido una de mis favoritas, el sino de cada uno está escrito en las estrellas. A mí la muerte me gusta contemplarla con la siguiente reflexión. Somos afortunados por vivir, somos excepcionales. Con tantas variables, casualidades, combinaciones y millones de espermatozoides posibles, una auténtica lotería hizo el milagro de nuestra vida. En nuestra existencia no importa tanto la largura del camino como el equipaje que llevamos y cómo la afrontamos. Algunas de las claves para no perder el rumbo están en buscar la serenidad interior y el anhelo de ser más feliz para hacer más felices a los que nos rodean; en el caminar de la vida hay tantos nubarrones negros como elementos maravillosos, disfrutémoslo, aprendamos de las caídas y evitemos los enfados pueriles, seamos conscientes de lo trascendente, de lo que de verdad importa, de nuestro tiempo limitado y no alimentemos tanto nuestro ego. Qué aburrimiento debe ser la eternidad y estar de infinitas vueltas de todo. ¿Por qué ser egoísta? hay que dejar espacio para los que quieren tener una oportunidad de poder vivir y amar. Aceptemos con filosofía nuestra muerte, aunque nos pese, incluso con agradecimiento si has tenido la suerte de haber disfrutado de una existencia plena y haber llegado hasta el final con una cierta calidad de vida. Por supuesto, no todas las muertes son iguales y casi siempre provocan en los más cercanos un gran dolor y un enorme vacío. No olvidemos nunca a los seres queridos que ya no están y recordemos sin tristeza los buenos momentos vividos. A mí me gustaría morir con las botas puestas, sin dramatismo, despedirme de la vida y de mi entorno con una sonrisa, sin agonías y brindando agradecido por la oportunidad que he tenido de haber vivido, de amar y ser amado. Vivir con intensidad, sin miedos, con alegría y cierta autonomía hasta el final y cuando llegue el momento que ha de llegar, dejar la existencia sin desgarro; como diría Sócrates, para tener un sueño eterno sin pesadillas ni dolores y formar parte del cosmos donde estábamos antes de nacer o encontrarnos con la sorpresa agradable de afrontar un más allá de naturaleza divina, y sin ningún temor por haber pretendido ser consecuente con uno mismo. Por ello soy un firme partidario de la eutanasia y estoy a favor de una muerte digna. En una situación irreversible y sin salidas poder optar y decidir con libertad, tú o los tuyos si es tu voluntad, un adiós sereno sin alargar los tiempos innecesarios. En España aún no se ha abierto este debate, el tema de la muerte es tabú y trae mal rollo. En sociedades civilizadas y laicas con principios humanos avanzados la eutanasia debe ser un derecho, según la libre conciencia de cada uno, y no un delito.

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Carlos Algora Alba falleció el pasado 12 de Febrero. Gran docente, investigador, escritor y socio de Redes. Su amiga Isabel Alonso nos ha hecho llegar este texto, escrito por Carlos en el año 2014, y que publicamos como homenaje a su personalidad y su obra.

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