GANÓ EL CULTO A LA PIRÁMIDE

Como ya anunciamos y nos quedó pendiente, el 4M los madrileños tenían una cita para un test de inteligencia que mediría su sometimiento al culto a la pirámide y, como ya sabemos todos, los resultados han sido claros y contundentes. Una victoria sin paliativos. Ganó el culto a la pirámide y la orgía de sacerdotes y feligreses, cual si fueran hooligans, no ha tardado en manifestarse y celebrarlo.

Qué otro resultado -nos preguntamos- podría esperarse cuando las preguntas del test eran tan fáciles. Quién no iba a comprar en estas circunstancias de confinamiento, cansancio, hartazgo y ganas de que todo acabe, el discurso de la libertad, de salir a las terracitas y disfrutar del placer de una cerveza en Madrid. De lo que se trataba era de eso y era eso precisamente lo que tenían claro los spin doctors de la derecha. Había que saber conectar ese frustrado sentir de la mayoría con esa palabra “libertad” y desposeerla de la otra cara de la misma moneda: la responsabilidad. Como si pudiera haber una forma de libertad que consistiera, precisamente en eso, en ejercer la irresponsabilidad. 

El uso impúdico de la palabra libertad en labios de la derecha es toda una ironía de la historia de nuestro país; y eso es lo que representa la victoria de Ayuso. De nada ha parecido valer la respuesta del resto de responsables políticos de todos los colores tomando decisiones impopulares en nombre de la responsabilidad. ¡Qué viejo suena eso ahora! ¡En Madrid, esas cosas ya no se estilan!. La responsabilidad siempre fue un obstáculo para el placer desmedido. Pero Madrid es diferente. Es así de chula. “Que nada nos frene”, suena en Madrid en nombre de la libertad…

Así que las preguntas del test eran muy fáciles y la ecuación estadística muy clara. Al fin y al cabo la democracia es una cuestión de mayorías y minorías. Y ha sido eso: una mayoría aplastante votando a favor de sí misma, de su propio disfrute y “aplastando” -sin importarle para nada- los sentimientos de una minoría que sufre y muere. Tampoco ha sido el riesgo de que los que considerándose mayoría, pudieran verse convertidos de pronto en miembros de esa minoría desafortunada. Al fin y al cabo “amar la libertad” significa también asumir riesgos, y puestos a asumir riesgos qué importa cuáles. Lo importante es ganar y así se gana, sólo hay que poner a la mayoría de tu parte; a la pobre minoría, pues qué le vamos a hacer… Esto es democracia y en democracia la mayoría manda y “aplasta”…

Había quienes pensábamos que de esta experiencia de sufrimiento y horror saldríamos mejores. ¡Vaya utopía! Sin duda, los madrileños hubieran salido mejores si su contento hubiera sido por la victoria contra la enfermedad. Pero esa no era, al parecer, su pelea. Ahora sabemos claramente -gracias a este test- que el enemigo para una mayoría de madrileños no era la enfermedad sino el gobierno de España. Aunque nunca decían gobierno de España, sino Sánchez e Iglesias. Por qué mezclar la palabra España con su odio…  Ante ese odio nada ha importado, ni siquiera el utilizar la salud para convertirla en una problema de salud democrática. El odio es ciego y en su ceguera qué más da el destruir los valores de la convivencia. Pues eso, que pensábamos que de esta experiencia de sufrimiento y muerte saldríamos mejores personas y en Madrid no ha sido así. El culto a la pirámide ha hecho a una mayoría de madrileños salir más irresponsables y odiando.. Y todo eso en nombre de la libertad… 

Pero quizás, por la parte que nos toca, lo que más duela no sea tanto la victoria del culto a la pirámide, sino otra cosa. Al fin y al cabo ahí está grabado en los huesos de nuestra cultura el miedo a que el desmoronamiento de la pirámide provoque una hecatombe que pueda afectar a nuestros intereses. Un miedo mezquino que es como la argamasa o el pegamento que sostuviera a la pirámide. Lo que más duele, digámoslo así, es que esta victoria, no lo dudemos, es una victoria no sólo sobre la izquierda, sino también sobre la cultura ligada a ella como su principal bandera.. Ahí es donde realmente duele. La cultura es también la gran derrotada de estos días. Una cultura que se queda como huérfana de afecto y de querencia. Es difícil, por no decir imposible, amar la cultura y practicar el culto a la pirámide como hizo Nacho Cano. El pueblo de Madrid apenas sabe y parece no haber valorado suficientemente lo que ello significa de empobrecimiento. Votando a favor de la pirámide se creyeron más ricos, sin pensar que la mayor pobreza es la ignorancia. Con derrotas como ésta, la utopía ilustrada da pasos hacia atrás o peor aún, se encamina hacia una distopía post ilustrada cuyos escalofríos estamos comenzando a sentir…

Quizás lo que mejor represente metafóricamente para mí esa derrota de la cultura sean los resultados catastróficos del candidato Ángel Gabilondo, un profesor de Metafísica, que con sus gestos y su palabra habría querido que su apuesta por la moderación y la educación hubiera sido más valorada por los votantes, incluso los votantes tradicionales de su propio partido, que en su carácter obrero creyeron alguna vez en la función de la educación como ascensor social y apostaron por dar estudios a sus hijos. Esa educación en la que creyeron pero que ahora no han sabido ver en el candidato socialista. Paradojas de la historia de la clase obrera…

Es la derrota de la cultura y la educación traicionada por sus propios hijos la que me devuelve a esa imagen, la del Gabilondo derrotado, y que tanto me recuerda y se superpone con la otra imagen de la derrota de la cultura, en el personaje del maestro republicano de “La lengua de las mariposas” del libro de Manuel Rivas. El rostro de un Ángel Gabilondo que me imagino abatido, pareciera la imagen calcada que recuerda al propio rostro del personaje interpretado en la película por Fernando Fernán Gómez también derrotado y abatido mirando a su propio alumno, tirarle piedras… 

Escena de la película La lengua de las mariposas.

Aquí pasó lo de siempre… Y como siempre la única respuesta que nos queda es la esperanza en la propia cultura y en la educación. La cultura y la educación como valores y pilares de la izquierda y como respuesta y única alternativa al culto a la pirámide, la nueva religión invisibilizada y camuflada en la cotidianidad. Así que mucho ánimo a maestros y educadores porque, tras esta batalla de Madrid y las que se avecinan, la pirámide se siente poderosa y ha arrasado con la cultura y la educación; y no es que nos quede mucho por hacer, es que está otra vez casi todo por hacer. 

Una respuesta a “GANÓ EL CULTO A LA PIRÁMIDE”

  1. Está claro, según este autor, que solo cuando gana la izquierda el pueblo vota bien. Me admira la ceguera de la izquierda, que sigue negando toda autocrítica. Pienso que la victoria de la derecha en Madrid se debe más que a méritos propios, a deméritos de Sánchez, gran protagonista en la campaña e Iglesias huido del Gobierno.

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